martes, 18 de septiembre de 2007

Camino

Capítulo 4º: Sueño

Nunca supe como logré salir. Nunca le pregunté al guardián. Pero aquí estoy de nuevo en un camino. Este, al contrario de los otros, ha sido iluminado rápidamente mostrando una estrecha senda de tierra entre mares de hierba lindando. Hay un cielo estrellado sobre mi cabeza y el ruido de romper de olas de fondo me recuerda a algún sitio de mi infancia. Es todo en cierta manera perfecto. Siento paz en su más puro estado. Estoy seguro de que este es el camino que necesitaba.

A varios metros veo una figura acercarse, una silueta oscura en la que en ocasiones se refleja la luz del cielo. Nos detenemos a pocos pasos el uno del otro. Es un rostro que jamás olvidaré, que nunca olvidé. El olor de su cabello oscuro y largo me trae recuerdos dulces y amargos a la vez. Sus ojos marrones cuentan historias en las que yo participé las cuales creía perdidas para siempre. La suavidad de sus manos tocando mi rostro traen calma a mi destrozado corazón. Su delicada cintura se desliza entre mis brazos y acerca sus labios a los míos. De pronto estoy a un lado del camino tumbado en la hierba con esta mujer a la que amé y perdí. La estoy abrazando fuertemente y siento el latido de su corazón en mi propio pecho y de repente me encuentro besándola mientras que el sentimiento de felicidad que me imbuye se me hace extraño. De pronto estamos desnudos sobre la hierba, bajo las estrellas, y hacemos del amor un acto físico. De ahora en adelante todo irá bien, pues tengo a mi dama. El futuro no supondrá ningún impedimento y me veo nadando entre las olas del tiempo. Vivo con ella en una gran casa a la que llamo hogar. Paso día y noche junto a ella sin separarnos ni un instante y mientras los años pasan no envejecemos y sentimos la magia fluir por nuestras venas.

Y aquí estoy. Atado de pies y brazos por cables de oscuridad mientras otro, que rodea mi cuello, me impide respirar. Mi mente se encuentra en un lugar a miles de millas de distancia atada a una ilusión, a un sueño. Me niego a dejar esa quimera y regresar a la realidad. Soy prisionero de un sueño tan dulce como la felicidad mientras que al otro lado estoy condenado a una realidad insípida como el agua. Aquí estoy, absorto en lugar que no existe pero el que siempre quise que fuera real, mientras siento un impulso de olvidarlo. Parece ridículo. El sueño cae a mis pies y mi amada y yo caemos en desgracia. Ella muere en mis brazos por mi culpa, pero me niego a despertar. Sueño con un amor aún más lejano y disfruto de los instantes felices como una hiena disfruta de los despojos de la muerte hasta dejar simplemente huesos. El sueño de mi amada se pudre y me hundo en sueños de riqueza y de mujeres que no llegaron a existir. Pero todos ellos se descomponen en meros deshechos de lo que fueron. Aún así me niego a despertar. Aquí estoy soñando, esperando que aparezca otra vida para destrozar. Esperando el alimento que me aleje de la realidad, porque la realidad duele como el infierno. Pero el último golpe que me depara el camino, el más cruel, no ha llegado todavía. La sangre ha dejado de fluir hacia mi cabeza. Las ilusiones se difuminan con la realidad, se sobreponen en capas y se funden formando texturas intermedias. Cuando despierto aún estoy atado y me duele saber que todo era mentira. He amado, he sufrido y he llorado. Y todo era mentira. Quiero morir. En cuanto el pensamiento cruza mi mente los brazos oscuros me sueltan y me desplomo en la entrada del camino. Apenas he andado dos pasos y ya no puedo continuar. ¿Por qué todo esto?

0 comentarios: